domingo, 8 de novembro de 2009

PODER INTELIGENTE:
EL CÍNICO PROCEDER
DEL IMPERIALISMO


Por Oscar Amaya Armijo


Desde la época de las cañoneras y el gran garrote el imperialismo sigue actuando igual, y ahora con el agravante que no se cuenta con el sistema socialista mundial que servía de escudo para contener las agresiones en contra de los países del mundo. Ahora los pueblos están solos.

Hoy día, el imperialismo es total, global. Ellos han globalizado su dominación imperial. Han mundializado su papel de gendarmes para detener el inexorable avance, ya no del socialismo real, sino de las democracias participativas, que aparecen como hongos en el planeta, y especialmente en América Latina.

Por supuesto, en el planeta sigue pesando la presencia de otros bloques de poder dominante como el europeo y el de los países del lejano oriente, los que no le permiten al imperialismo hacer totalmente de la suyas. De allí que ya no enseñan sus garras imperiales como antaño para imponer sus prácticas neocoloniales o neoliberales. Ahora se han inventado la política del “poder inteligente” para continuar con sus tropelías.

La política del “poder inteligente” no es más que una patraña que combina la fuerza del gran garrote y la ambigua diplomacia para resolución de los conflictos planetarios. Simultáneamente se habla de solución pacífica en la mesa de negociaciones y a la vez de represión contra los pueblos que impulsan cambios en el seno de las propias democracias representativas.

No cabe duda de que se trata de la puesta en marcha de una política cínica, que pretende hacer creer que el imperio ya no utiliza tácticas y estrategias que lo ubicaron, muy recientemente, en el exterminio de poblaciones enteras en el planeta. Ahora quieren aparecer como lobos vestidos con piel de oveja.

Esta política embaucadora la han aplicado en el entramado político de América Latina, especialmente en Honduras, considerada como el eslabón más débil de los países organizados en la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). Es aquí, en el patio trasero, donde los alquimistas del imperio experimentan con esta política que, de nuevo e inteligente, lo que muestra es un cinismo sin cortapisas.

Nadie desconoce la enorme represión que sufre el pueblo hondureño por las hordas golpistas y a la vez la negociación tramposa en la mesa de discusiones, bajo la conducción de los estrategas imperiales.

La esencia y la forma de actuar del imperialismo, por lo tanto, es la misma: la fuerza para imponer su presencia por encima de la voluntad de los pueblos del mundo. Así lo demuestran las miles de bases que mantienen en lo largo y ancho del mundo, las guerras de sometimiento y exterminio en el Medio Oriente.

Este es y será el imperialismo aunque disfrace sus agresiones tras la fachada del “poder inteligente”.

Ahora, lo que olvidan los halcones e ideólogos del imperio es que los pueblos del mundo han desarrollado sus conciencias y mejorado sus percepciones en el ámbito político, y ya no caen fácilmente en las trampas del cinismo, arropadas en una falsa diplomacia que se desnuda con facilidad. Rápidamente quedan al descubierto los colmillos ensangrentados del imperio.

Honduras es el ejemplo palpable para ilustrar la aseveración anterior, pues los hondureños se han convertidos en vanguardia y símbolo de resistencia para todo los pueblos del mundo que se rebelan contra el dominio del imperialismo y las oligarquías locales.

En Honduras se desenmascaró “el poder inteligente” del imperio, por ello se allanó el camino para anteponer el “poder inteligente y creativo de la Resistencia” que combina un abanico de formas de lucha, sin excluir ninguna.

Por ello el imperio y sus mandaderos oligárquicos, al igual que en otras partes del mundo, fracasarán con su política cínica de negociación y garrote a la vez.

*

CONVERSANDO CON EL
MAESTRO ROBERTO ZAPATA

Por Oscar Amaya Armijo

No sé, maestro Roberto, si Greimas tuvo razón cuando dijo que “todo lo que el hombre hace es trascendente”, siempre vi en esta frase cierta radicalidad.

Para mí solo debe ser trascedente aquello que reafirma al hombre, lo que lo dignifica; los actos que lo vuelven más humano y que sobrepasan sus fuerzas. Por supuesto, que no quiero cruzar los linderos que conducen al maniqueísmo.

Pero, la maldad, maestro, la perversidad, llevada a los extremos de la infamia, esta misma infamia que nos describió descarnadamente Borges, el memorioso ¿Debe ser motivo de trascendencia?

Yo conocí, por la interpósita obra indigenista de Fray Bartolomé de las Casas, sobre la maldad en niveles inusitados, allí desfilan los decapitados, los niños indígenas traspasados por las espadas de la soldadesca española al servicio del dogmatismo religioso, mujeres quemadas vivas, hombres devorando hombres…Pregunto, entonces: ¿Debe trascender, maestro, esta porquería de la irracionalidad?

La maldad, de repente, es trascendente como efecto de unas relaciones sociales basadas en la injusticia. La maldad trasciende, en realidad, como trauma, por ello es indignante para el hombre.

El exterminio de los lencas y su cultura, durante la conquista española, trasciende como perversidad, como acción traumática y, a partir de aquí, se erige una sociedad infamante y que condenó a millares de hondureños a la extrema pobreza y al olvido secular.

Nadie olvida fácilmente, por supuesto, la matanza que sobrevino tras la caída del morazanismo en Centro América. Desde entonces ha reinado la exclusión. Esto trasciende para vergüenza de quienes protagonizaron estos hechos.

Y qué decir, maestro, de los centenares de miles de hondureños muertos, apilados como guiñapos, en las alcaldías municipales, durante las fatídicas “guerras civiles” o montoneras, llevadas a cabo por los mandaderos del imperialismo yanqui, ahora metidos de golpistas furibundos.

El siglo veinte se fue con un enorme hedor a muerto, más de medio millón de jóvenes centroamericanos murieron acribillados por las balas asesinas de la oligarquía. ¿Son trascendentes quiénes ordenaron y ejecutaron esos asesinatos en masa?

Actualmente, asistimos, en el marco político de la dictadura militar, a masivos asesinatos, heridos, mutilados, “gaseados”, “toleteados”, ordenados por la cúpula de la lumpen burguesía que desgobierna este país, en complicidad con los halcones del Complejo Militar Industrial de los Estados Unidos. ¿Serán cobijados por la trascendencia estos asesinos de pacotilla?

No sé si Greimas tuvo absoluta razón, pero yo pienso que la perversidad trasciende a ahorcajadas de la bondad, no por ella misma. Rafael carrera trasciende por la enorme estatura moral de Francisco Morazán, los golpistas malvados de hoy serán mencionados por la existencia de un enorme movimiento de masas que lucha por la solidaridad y la inclusión social, de lo contrario serían borrados de la historia.

Algunos opinan que los perversos deben trascender para conocerlos y que sus hechos no se repitan jamás en el trascurso de la historia Pero… ¿Es justo recordar a los malvados?

¿Merece que un tal Micheleti (no sé si así se llama, ni me interesa…), golpista consumado y gestor de la represión contra los hondureños, trascienda asido de las hombreras de Mel Zelaya?

*

EL DÍA EN
QUE JUDAS
BESÓ A
MI PATRIA

(Noche del 5 de noviembre)

Por Debora Ramos Ventura

Quizás crean que quiero escribir las palabras más tristes esta noche, que sangre mi pluma hasta hacerla suicidar. Decir que mi patria está en coma, que sus hijos deambulan por esas calles sin brújula y a la deriva; decir que los mártires están muertos, decir que las marchas sucumbieron a los pasos estériles, que los puños levantados son alas sin vuelo, decir que agoniza mi palabra sobre la palabra libertad.

Quizás quieran que escriba que mi pluma titirita lánguida en la esquina del miedo, que sus letras son grafemas de endeble vigor. Que cercenaron las manos unidas del ideal, que dividieron el abrazo, que los cuervos de la ignominia desgarraron las entrañas de mis sueños. Quizás quieran que escriba que el Cristo proletario no habló conmigo esta mañana. Quizás quieran que lave las manos en la fuente de Pilatos, que niegue tres veces a mi hermano. Quizás quieran que diga que vendí la palabra sagrada por treinta monedas, quizás quieran que diga tantas cosas…

Quizás crean que las lágrimas hacen surcos sin arado y que el aliento de alimañas no dejará germinar mi cosecha. Quizás crean que me robaron mi alborada y que mi pueblo vivirá eternamente en viernes santo y que el Dios bueno se olvidó de nosotros y que caímos en la fragua de la mentira y la traición.

Pero esta noche no escribiré con palabras tristes: dibujaré palabras gallardas y valientes, con letras atrevidas, con manos unidas y alzadas; escribiré con las plumas inmortales de los mártires que caminan en esas calles. Esta noche escribiré palabras que florecen, que curan heridas. Serán palabras que marchan indomables, que no se rinden, que no se humillan, que no retroceden, simplemente agarran impulso; serán palabras que nutran al hambriento de sueños, porque no estamos vencidos, solamente vamos tanteando el camino, como buenos estrategas.

Quiero escribir esta noche que he visto renacer a mi pueblo con las alas más límpidas; que lo he visto practicar sus mejores vuelos entre montañas y abismos, que lo he mirado resucitar en un ejército de ángeles proletarios.

Escribiré que he visto esta mañana a Morazán, con su puño en alto, cruzar esa calle, junto a todos mis hermanos que marchan; escribiré que lo miré comiendo el mismo pan junto a Obed, Roger, Wendy y Magdiel. Escribiré que los vi regando la semilla en el surco donde germinará la cosecha del mañana. Esta noche le escribiré las palabras más resistentes a mi hermano, le diré que su vuelo no es vuelo solitario, que atrás de él hay miles de alas batiendo sus mismos vuelos libertarios.

Esta noche no escribiré de circos de tiranos, de Mefistófeles con tridentes. Escribiré del valor de un pueblo que se levanta, de las luchas infinitas de guerreros que no se rinden, ni se dividen, ni se cansan; de los que no se venden, de los que en sus luchas se reinventan, se cosechan y se renacen.

Escribiré, por ejemplo: que este día vi los hombres y mujeres inmortales, los que hombro a hombro, brazo con brazo y en abrazo cargan la infinita dignidad de todo un pueblo en marcha.

Escribiré que mi pluma solo escribe palabras que florecen y que su tinta no conoce el miedo. Escribiré que la patria no está en coma y sólo duerme y que mañana, al despertar el nuevo día, la veremos caminar del brazo, en un abrazo junto a los brazos de mi pueblo.

Quizás esperan que escriba las palabras más tristes esta noche. Que Judas besó a mi patria y la entregó a los traidores; pero también escribiré que mi patria resucita cada día en los hijos que la aman y andan en marchas haciendo caminos.

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