domingo, 1 de novembro de 2009

EE UU pactó con garantías
la vuelta de Zelaya al poder

Grupos de diputados se comprometen
a apoyar al mandatario depuesto


PABLO ORDAZ
(Enviado especial de EL PAIS)
Tegucigalpa - 01/11/2009

La solución al enredo de Honduras la tiene Porfirio Lobo. Y tiene un porqué. Porfirio Lobo, al que todo el mundo aquí conoce por Pepe, es el jefe del Partido Nacional y el candidato con más posibilidades de convertirse en el próximo presidente de Honduras. Pepe Lobo ya estuvo a punto de ser elegido presidente hace cuatro años, pero perdió por apenas 7.000 votos frente al entonces candidato del Partido Liberal, un rico terrateniente de Olancho llamado Manuel Zelaya. Lobo siempre pensó que aquel recuento estuvo trucado, que Zelaya y los suyos -entre los que se contaba un rico empresario llamado Roberto Micheletti- hicieron trampa. Pero Lobo, también un rico agricultor de Olancho, decidió acatar el resultado y aguardar con paciencia y buen humor el momento de su venganza.

Ese momento ya ha llegado. Hace sólo unos días, Pepe Lobo y Thomas Shannon, el subsecretario de Estado enviado por Obama para solucionar de una vez el conflicto de Honduras, se reunieron a solas en Tegucigalpa. Hablaron en inglés, porque Lobo, al igual que todos los hijos de las pocas familias pudientes de Honduras, completó sus estudios en Estados Unidos. Shannon le adelantó que los representantes de Zelaya y de Micheletti se habían puesto de acuerdo para que fuese el Congreso Nacional el que decidiera en votación abierta, a mano alzada, la restitución o no del presidente depuesto. "Pero la gente de Zelaya me pide una garantía de que la restitución se lleve a cabo. Así que necesito", le planteó directamente Shannon, "que tus diputados voten sí a la restitución". Lobo sonrió, porque es su gesto más característico, una sonrisa afable tras la que oculta sus verdaderos pensamientos, hizo cuentas y su respuesta fue: "De acuerdo".

El Partido Nacional de Pepe Lobo cuenta con 54 diputados y el Partido Liberal, con 62. Pero 20 de los 62 diputados liberales ya se han mostrado de acuerdo con que Zelaya regrese aunque de forma simbólica, con los poderes mutilados, al poder del que fue expulsado por un comando militar el domingo 28 de junio. Si se tiene en cuenta que el Congreso está formado por 128 diputados, los 54 de Pepe Lobo más los 20 liberales son suficientes para allanar el regreso de Zelaya y, con ello, el final del conflicto...

O no. Todavía son muchos los que en Honduras no se hacen a la idea del regreso de Zelaya. Muchos los que están conformes con el acuerdo al que llegaron la madrugada del viernes los representantes de Zelaya y Micheletti y que a grandes rasgos consiste en la formación de un gobierno de reconciliación nacional hasta que el presidente surgido de las elecciones del 29 de noviembre se haga con el poder, y en el abandono, asumido por las huestes de Zelaya, de cualquier intento de reformar la Constitución. Pero hay algo en lo que, pese a la presión ejercida por Shannon en nombre de Barack Obama, pese a la alegría de toda la comunidad internacional por el posible fin del conflicto, siguen sin estar de acuerdo: el regreso de Zelaya a la Casa Presidencial. Y ahí es donde radica el poder de Pepe Lobo. Porque en aquella reunión a solas, el rico agricultor de Olancho le pidió a Shannon que también él se comprometiera a algo:

- Me tienes que prometer que sea cual sea la resolución del Congreso, tu Gobierno en particular y la comunidad internacional en general se comprometerán a validar las elecciones del 29 de noviembre.

- Estoy de acuerdo. Nuestra postura será que la solución al conflicto es ya una cuestión exclusiva de los hondureños.

Y así fue. Tras la reunión con Lobo y la firma del acuerdo entre los enviados de Zelaya y de Micheletti, todas las declaraciones de Thomas Shannon fueron en ese sentido. "Quiero subrayar", dijo y repitió, "que la ayuda internacional creó un contexto, pero el trabajo fue un trabajo hondureño y yo quiero demostrar mi admiración por la vocación democrática de este pueblo. Quiero garantizar que Estados Unidos acompañará a Honduras en sus elecciones del 29 de noviembre".

Hay quien en Honduras no se explica la alegría de Zelaya. La única explicación es que, durante la reunión que mantuvieron en la Embajada de Brasil, el enviado de Obama le hablara de su pacto secreto con Lobo, del compromiso de candidato del Partido Nacional a votar que sí a su restitución simbólica. Pero las horas avanzan y las dudas no se diluyen.

Fonte: EL PAIS (Espanha).


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Honduras: una improbable solución

Por Atilio A. Boron | 31 octubre del 2009

¿Se resolvió la crisis política en Honduras? Si bien se abrió una ventana de oportunidades todo parece indicar que no hay demasiado lugar para el optimismo. Conviene recordar lo que dijéramos en estas mismas columnas al producirse el golpe: que Micheletti sólo permanecería en el poder en la medida en que contara con el apoyo, activo o pasivo, de Washington.

Cuatro meses demoró la Casa Blanca en comprender el alto costo que tenía sostener a un régimen golpista en la región. Acuciado por los diversos problemas que enfrenta en su política exterior -sobre todo por el rápido deterioro de la situación en Afganistán y Pakistán y el empantanamiento de sus tropas en Irak- Obama dio un golpe de timón que descolocó a su Secretaria de Estado Hillary Clinton, principal artífice del apoyo a los golpistas, y envió a Thomas Shannon a Tegucigalpa con el encargo de restaurar el orden en el convulsionado patio trasero.

Poco después Micheletti archivaba sus bravuconadas y aceptaba mansamente lo que hasta entonces era inaceptable. Claro, poco antes Shannon había transmitido el terminante mandato imperial. Para dulcificar el mal rato hizo pública su admiración por los dos líderes de la democracia hondureña: el golpista y el destituido.

Zelaya propone un programa de tres puntos: restitución, amnistía y gobierno de reconciliación nacional. La primera deberá ser resuelta por el Congreso, el mismo organismo que convalidó con entusiasmo el golpe de estado y no ahorró insultos y calumnias en su contra.

Habrá que ver, pero no será sencillo. Amnistía, ¿para quienes? ¿Para los funcionarios civiles y militares de un gobierno que violó los derechos humanos y conculcó todas las libertades? ¿O aceptaría Zelaya ser amnistiado por delitos que no cometió, como por ejemplo tener la osadía de pretender preguntarle a su pueblo si es que estaba de acuerdo con convocar a una asamblea constituyente?

Y ni hablar de la tercera cláusula, íntimamente vinculada a la anterior. Porque, en las actuales condiciones, ¿un gobierno de reconciliación nacional no es acaso un pasaporte al olvido, a la desmemoria, a la impunidad?

Un somero balance de la crisis y su aparente resolución revela que los golpistas pueden sentirse satisfechos porque preservaron sus dos principales objetivos: destituir a Zelaya, aunque reasuma por unos pocos meses más hasta que finalice su mandato; y haber logrado el reconocimiento internacional de las viciadas elecciones del 29 de Noviembre, cosa que el propio Shannon se encargó de asegurar.

A su vez la oligarquía hondureña se saca de encima el peligro de una escalada más agresiva de Estados Unidos contra sus propiedades y privilegios, cosa que podría haber ocurrido si no se producía un acuerdo. Un eventual control más pegajoso de Washington sobre sus activos y fondos en Estados Unidos le quitaba el sueño, y la intransigencia de Micheletti se convertía en una amenaza innecesaria a sus intereses.

Para Zelaya el balance resulta mucho más complejo, y es precisamente eso lo que ensombrece el panorama hondureño. Su restitución no remueve para nada las causas profundas que provocaron el golpe de estado. Además, en tal caso, ¿convalidaría sin más los resultados de unas elecciones plagadas de gravísimas irregularidades y cuya campaña se desenvolvió bajo el clima de violencia y terror impuesto por los golpistas? Micheletti ya está haciendo sonar los tambores de guerra.

Apenas cerrado el acuerdo declaró a la CNN en Español que una vez restituido en el poder "Zelaya y la gente que le acompaña estamos seguros de que van a emprender una campaña de persecución. Sólo el que no conoce la actitud de Zelaya se cree que no habrá consecuencias".

¿Cuál será la respuesta en caso de ser reinstalado en el gobierno: ¿Amnistiar a los golpistas, reconciliarse con ellos, abrazarse con Micheletti? Pero Zelaya está lejos de ser el único actor de este drama: ¿Como reaccionarían los heroicos militantes que arriesgaron sus vidas y su integridad física para defender al gobierno legítimo?

Hay muchos muertos, y heridos; mucha cárcel y humillación de por medio: ¿aceptarán estas mujeres y hombres que ganaron las calles de Honduras el olvido de tantos crímenes y el perdón a sus victimarios?

Además, si una lección extrajeron los movimientos sociales y las fuerzas populares durante estos cuatro meses de resistencia es que si se organizan y movilizan su gravitación en la coyuntura puede llegar a ser decisiva, mucho más de lo que antes se imaginaban.

La crisis les enseñó, brutalmente, que pueden dejar de ser objetos de la historia para convertirse en sujetos y protagonistas de la misma. Y tal vez por eso, más allá de lo que ocurra con este acuerdo, decidan seguir avanzando en sus luchas por la construcción de una Honduras diferente, esa que no se consigue con injustas amnistías o espurias reconciliaciones.

Fonte: Rebelión.
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Opinião

La restitución de Mel Zelaya es importante, no porque "le devuelvan el poder", sino porque constituye el reconocimiento público de lo que han negado hasta ahora: que en Honduras hubo un golpe de estado y que lo que se hizo en el congreso el 28 de junio fue anticonstitucional. Aunque lo pongan por un minuto, todo quedaría claro y los golpistas quedarían expuestos a ser juzgados legalmente, en el país o en la CPI, ya sea ahora o dentro de 25 años. Por eso se resisten a la restitución, pero ahora mismo sólo tienen dos alternativas: "si la pone, la paga, y si no la pone, también." (Gustavo Ponce)

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