quinta-feira, 3 de setembro de 2009

Honduras
Lecciones de un golpe, o
¿Por qué estamos en Honduras?


John Lamperti.

3 Septiembre 2009

Por John Lamperti*

Tomado de Truthout/ Traducido por Progreso Semanal

El golpe militar del 28 de junio y que derrocó al gobierno legítimo de Honduras fue una sacudida. Cuando las guerras centroamericanas de la década de 1980 terminaron al fin, la región pareció que estaba definitivamente en un camino hacia la democracia electoral. El derrocamiento por los militares del Presidente Zelaya, seguido de la suspensión de las libertades civiles y la represión de protestas no violentas, parece ser un regreso a los viejos días en que los golpes militares eran la norma y las elecciones reales la excepción.

Estados Unidos condenó el golpe junto con todas las naciones latinoamericanas y la Asamblea General de la ONU. El Presidente Obama dijo: “El golpe no fue legal”, y agregó: “El Presiente Zelaya sigue siendo el presidente de Honduras”. EE.UU. también ha dado modestos pasos para presionar al gobierno que ha tomado el poder después del golpe para que acepte la mediación y restaure alguna forma de democracia. Esa respuesta de EE.UU. es un cambio positivo en relación con el pasado, cuando este país daba la bienvenida a golpes como ese o incluso los instigaba (Guatemala 1954, Chile 1973, Venezuela 2002, por solo mencionar algunos).

Hasta ese momento todo estaba bien. Pero subsiguientes declaraciones por parte de funcionarios norteamericanos, y las limitadas acciones que se han tomado (o que no se han tomado) son preocupantes. Por ejemplo, todos los países de la región, excepto Estados Unidos, han retirado a sus embajadores de Honduras. Peor aún, una carta reciente del subsecretario de Estado Richard Verma, dirigida al Senador Richard Lugar, acusa a la víctima y sugiere que el Presidente Zelaya provocó el golpe debido a sus “acciones provocativas”. La carta de Verma parece indicar que después de todo EE.UU. no está comprometido con el retorno al cargo del Presidente Zelaya.
Una página web del Departamento de Estado de febrero de 2009 asegura que “la política de EE.UU. con Honduras está dirigida a consolidar la democracia, proteger los derechos humanos y promover el imperio de la ley”. Estados Unidos debe ser fiel a esos principios declarados y unirse al resto del hemisferio en reinstalar al presidente electo de Honduras.

Más allá de la necesidad inmediata, hay dos lecciones importantes para la política de EE.UU.

Primero, al menos seis de los militares que implementaron el golpe y la subsiguiente represión al estilo de Irán de las protestas pro democracia son graduados de la (tristemente) célebre Escuela de las Américas (SOA, por sus siglas en inglés). La SOA, donde EE.UU. entrena a militares latinoamericanos, ha sido conocida en toda Latinoamérica como la “Escuela de Golpes de Estado”, o a veces como la “Escuela de Asesinos”, debido a los numerosos instigadores de golpes y de abusos de los derechos humanos que se han entrenado allí. Los líderes del golpe en Honduras, los generales Romeo Vásquez y Luis Suazo, han estudiado en la SOA –dos veces en el caso de Vásquez. Otros golpistas también son graduados de la escuela. Aunque la SOA cambió oficialmente su nombre por el de “Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación de Seguridad”, es evidentemente que el viejo epíteto de “escuela de golpes de estado” aún le cuadra. Y a pesar del golpe, los soldados hondureños siguen estudiando en la SOA, como si nada hubiera pasado.

Desde hace tiempo viene ganando considerable apoyo en el Congreso un movimiento para cerrar la SOA, como parte de una nueva “política del buen vecino” hacia Latinoamérica. En la actualidad se ha presentado un proyecto de ley, el HR 2567 (Ley de Revisión de Entrenamiento Militar para Latinoamérica) que de ser aprobado suspendería las operaciones de la SOA y ordenaría una revisión de todo el entrenamiento que EE.UU. da a militares latinoamericanos. La implicación de los graduados de la SOA en el golpe de Honduras y los brutales ataques posteriores del ejército a los manifestantes pro democracia demuestran una vez más que tal legislación es muy necesaria. Debiera aprobarse de inmediato.

Segundo, parecería sorprendente que una respuesta de EE.UU. al golpe haya sido la suspensión de parte de la cooperación militar con Honduras. ¿Qué cooperación militar? De hecho, Estados Unidos ha mantenido una presencia militar en el país desde la década de 1980, cuando Honduras sirvió como la principal área de montaje de la guerra “contra” de la administración Reagan para derrocar al gobierno de Nicaragua y para sus intervenciones en El Salvador. Durante ese período, los contras y los soldados hondureños cometieron numerosos crímenes contra civiles hondureños, incluyendo cientos de asesinatos y “desapariciones”, sin que hubiera una sola protesta por parte de las autoridades norteamericanas. Maniobras conjuntas EE.UU./Honduras, como la Operación Escudo Sólido en 1987 tenían la intención de amedrentar al gobierno nicaragüense, con la participación de casi diez mil soldados norteamericanos. Pero cuando terminaron las guerras, no terminaron las operaciones y la cooperación militar.

La ayuda militar norteamericana a Honduras alcanzó recientemente los $10 millones de dólares, una suma que puede parecer pequeña, pero que representa la séptima u octava parte del presupuesto militar de la nación. (Supuestamente EE.UU. “suspendió” $16,5 millones de ayuda militar después del golpe.) La principal presencia militaren en el terreno es la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo, ubicada en la Base Aérea hondureña de Soto Cano (Palmerola). El Departamento de Estado de EE.UU. dice que Bravo “desempeña una papel vital en el apoyo a ejercicios combinados en Honduras y en países centroamericanos vecinos”. Según el Boletín Informativo de la 12da. Fuerza Aérea, la misión de Bravo también incluye “apoyar a las fuerzas armadas latinoamericanas mientras ellas… demuestren su apoyo a los derechos humanos y se subordinen a las autoridades civiles”, áreas en las que los militares hondureños han fracasado espectacularmente. Unos 500 ó 600 soldados están estacionados en Soto Cano con un carácter en esencia permanente, junto a un número más o menos igual de empleados civiles, tanto norteamericanos como hondureños. Visitas recientes por parte de observadores independientes descubrieron que a pesar del golpe, las cosas se desenvuelven “según lo acostumbrado” en cuanto a la cooperación EE.UU./Honduras y en cuanto a la SOA.

Está claro que todo esto es un fuerte apoyo al establishment militar hondureño y le brinda legitimidad política, además de ayuda directa. Incluso dejando de lado los temas planteados por el golpe, ¿es esta una buena política? Podría decirse que no.
Sin duda la nación más exitosa de Centroamérica desde la década de 1950 ha sido Costa Rica. Tiene con mucho los mejores indicadores sociales (alfabetización, expectativa de vida, etc.) en la región, y ha estado relativamente en paz, mientras sus vecinos han sufrido la guerra civil y las intervenciones extranjeras. Una de las razones principales para estas ventajas está clara: Costa Rica abolió las fuerzas armadas en 1948. Como resultado, ha invertido en seguridad social y no en armas, ha evitado los golpes o rebeliones militares y ha mantenido el gobierno más democrático y las elecciones más legítimas en la región. (…)

Honduras, al igual que Costa Rica, no necesita un ejército ni una fuerza aérea. Ninguna nación la amenaza con invadirla, y esas decenas de millones de dólares podrían gastarse mucho mejor en cuidados humanos. La seguridad interna es un problema policíaco, no militar, y ni la pobreza ni los delitos comunes pueden ser combatidos con aviones a reacción. Los militares hondureños no han brindado seguridad al pueblo hondureño; por el contrario, sin los militares el golpe y la subsiguiente represión feroz no hubieran podido tener lugar.

Estados Unidos, por supuesto, no puede dictar a Honduras ni a ninguna otra nación que debe seguir el ejemplo de Costa Rica, y el ejemplo de nuestro enorme gasto militar difícilmente es de emular. Sin embargo, podemos y debemos usar nuestra influencia y nuestra ayuda para fortalecer las sociedades civiles de nuestros vecinos y tratar de reducir el tamaño, la importancia y la influencia de sus instituciones militares. En particular, no hay una sola razón para continuar fortaleciendo y legitimando a los militares hondureños. Toda la ayuda norteamericana a Honduras debe ser civil, ayudando a construir una sociedad más justa y próspera. Apoyar a los militares no ayuda al pueblo hondureño.

Si Estados Unidos aprende estas dos “lecciones significaría un importante cambio en nuestras relaciones con nuestros vecinos. Eliminar el financiamiento de la SOA sería un pequeño pero importante paso en la dirección adecuada, alejándose del militarismo que ha plagado a Latinoamérica. Podríamos entonces ayudar realmente a “consolidar la democracia, proteger los derechos humanos y promover el imperio de la ley”.

* John Lamperti es Profesor Emérito de Matemáticas en Dartmouth College. Desde 1985 uno de sus principales intereses ha sido Centroamérica y lo que Estados Unidos ha estado haciendo allí. Es autor de “Enrique Alvarez Cordova: Life of a Salvadoran Revolutionary and Gentleman” (Enrique Álvarez Córdova: Vida de un revolucionario y caballero salvadoreño.)

Fonte: Cuba Debate.

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Niega el Banco Central hondureño que el FMI haya entregado 150 mdd al gobierno de facto

Cuestiona Zelaya el silencio de EU ante
la represión que se vive en Honduras


La vicecanciller de la autoridad golpista pide que Hillary Clinton reciba a Roberto Micheletti

Reuters, Dpa, Afp y Pl

Washington, 2 de septiembre. El presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, criticó este miércoles el silencio del gobierno de Estados Unidos sobre las violaciones a los derechos humanos en su país, ocurridas a raíz del golpe de Estado que dejó a Roberto Micheletti como gobernante de facto, y su lenta reacción ante el golpe de Estado que lo expulsó hace más de dos meses.
Leia em La Jornada.

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