terça-feira, 26 de janeiro de 2010

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Por Allan Macdonald/Rebelión.


Vencida por las armas, la
oposición levanta la cabeza…


Por Cathy Ceibe/L’Humanité


Un golpe de Estado destituyó al presidente Manuel Zelaya. Unas elecciones bajo la amenaza de las armas han promovido a Porfirio Lobo, candidato de Washington y de las oligarquías locales. Una mascarada electoral en la que menos del 40% de los electores ha participado. En los barrios y pueblos, se quiere hacer frente a la situación.

En la plaza de Las Mercedes, el monumento a la gloria del general Morazán, figura hondureña de la unidad centroamericana, está frente a un Congreso de golpistas. Un insulto a los ojos de la Resistencia al golpe de Estado del 28 de junio, que ha rebautizado el lugar como “plaza de los cerdos”.

“El desorden no se detendrá ahí”, asegura Carlos Moncada, docente en un instituto técnico. Con su colega Wilson Sorte, han estado en todos las concentraciones para la restitución en el poder del presidente de Manuel Zelaya y la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Una perseverancia que, explica Wilson: “En la historia de Honduras, nunca hemos tenido tantas conquistas como con la presidencia de “Mel”. Él se ha identificado con el pueblo, ha aumentando el salario mínimo, controlando los precios de los combustibles, y esto, la oligarquía no se lo ha perdonado.”

Después, el régimen de facto de Roberto Micheletti no ha vacilado. Micheletti ha contado con las Fuerzas Armadas (FF.AA.), que, en adelante, estarán en posición de fuerza para negociar un mayor papel en los engranajes del poder. Pero igualmente ha contado con el Departamento de Estado norteamericano, que ha reducido a esta nación al estatus de zona franca económica y a patio trasero militar. El circo electoral del 29 de noviembre vio un número de fraudes impresionante sólo comparable a la abstención del 66%. La represión se ha hecho más solapada pero no se debilita. La corrupción prolifera tanto como las plantaciones bananeras. Y la pobreza está omnipresente. Durante todo este tiempo, el gobierno de facto ha desplegado una operación de imagen en las primeras de todos los medios a sueldo de los golpistas. Éste y Porfirio “Pepe” Lobo, que asumirá la función de presidente el 27 de enero de 2010, juegan a tocar la fibra sensible de la desesperación popular, al señalar públicamente su objetivo: ser legitimados a los ojos de la “Comunidad Internacional” para que ésta reabra el grifo de las ayudas financieras que cortó tras el 28 de junio.

“Pepe Lobo es un lobo disfrazado de cordero” considera Nectalí Rodezno, del Frente de abogados en Resistencia, que defiende a más de un centenar de personas acusadas de terrorismo tras haber participado en manifestaciones contra el golpe. “El futuro presidente buscará tranquilizar a los países vecinos y a los organismo multilaterales, impulsando una amnistía para que Manuel Zelaya pueda salir de la embajada de Brasil” donde está recluido desde el 21 de septiembre. “Hará un remedo de pacto de reconciliación nacional como después de las desapariciones de 1982” prosigue, en referencia a los 182 dirigentes y militantes de izquierda “desaparecidos” en manos de las fuerzas armadas y de los escuadrones de la muerte. “La Resistencia no participará en esta reconciliación porque, de hecho, se trata de dar impunidad a los crímenes cometidos desde el golpe de Estado”, opina el abogado.

¿La ratificación del golpe de Estado y el probable reconocimiento a medio plazo del próximo gobierno, podrán más que el movimiento popular? “Van a intentar dividirnos, pero allí donde vivimos, en nuestros barrios, en nuestras zonas chabolistas, debemos hacernos fuertes” plantea Dagoberto Soazo, del Frente Nacional de Resistencia.

“Ni golpe de Estado ni golpes a las mujeres”, proclama el banderín del Centro de Derechos de las Mujeres. “Hemos perdido una batalla al no haber restitución de Mel, pero no la guerra” afirma Adelay Carias. Buscamos otras formas de lucha para llegar a la Asamblea Constituyente” garante de una refundación igualitaria del Estado y de un sistema democrático y participativo. Para la joven feminista se impone una estrategia: “la educación popular”. “Honduras sufre de una falta de cultura política y de un pueblo apático” explica, debido a que “el movimiento social fue aniquilado durante la guerra fría. Pero el golpe de Estado ha despertado la protesta”.

La celebración de la Constituyente está en todas las voces, aunque sus contornos sean todavía difusos. “Algunos hablan de reforma agraria, otros de protección de las tierras contra la explotación de minerales, pero también de preservación de los bosques y de las reservas de agua, de garantías salariales, del derecho al aborto” enumera Adelay, consciente de la dificultad de acomodar todas las reivindicaciones. Tanto más cuanto que “la oligarquía y las fuerzas armadas buscan matar nuestro movimiento porque es peligroso para el sistema” añade.

En este contexto de adversidad, se plantea la cuestión de la transformación de la resistencia en una fuerza política -¿partido o frente amplio?- donde cohabitarían los componentes sociales y políticos que conviven hoy en el seno de la oposición al golpe de Estado. El debate está abierto. Al menos en la Coordinadora Nacional de la Resistencia. La cuenta atrás ha comenzado con la perspectiva de las próximas elecciones que deberían celebrarse dentro de cuatro años. Pero una cosa está clara: "La Asamblea Constituyente no puede depender de este Congreso, puntal de la dictadura”.

En la “plaza de los cerdos”, o en las manifestaciones, los resistentes han hecho suyas las palabras del general Morazán, cuya efigie podría convertirse en el símbolo de la futura formación política: “Hombres que habéis abusado de los derechos sagrados del pueblo en nombre de un sórdido y mezquino interés, yo os declaro enemigos de la independencia y de la libertad.”


Traducido para L’Humanité por J. A. Pina

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