sexta-feira, 29 de janeiro de 2010

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CAMPESINOS QUE RECUPERAN TIERRAS EN LA MARGEN IZQUIERDA DEL RIO AGUAN, MUNICIPIO DE TRUJILLO, DEPARTAMENTO DE COLÓN, SON PERSEGUIDOS Y TIROTEADOS POR MILITARES (COBRAS) Y POLICIAS DE TOCOA Y TRUJILLO.

Por Esteban Meléndez C.


Hoy 27 de enero 2010, a las 8:00am, miembros del Movimiento Unificado Campesino del aguan en la Margen Izquierda del Rio Aguan en el Municipio de Trujillo fueron atacados por elementos de la Policía de Tocoa, miembros del ejercito de Decimo Quinto Batallón ubicado en Rio Claro, Trujillo y la Guardia de Seguridad Privada de los empresarios René Morales y Gustavo Canales. Como producto del enfrentamiento resultaron heridos cuatro campesinos, dos de ellos heridos de bala, en el caso de Antonio Estrada de aproximadamente 24 años con un balazo en la cara en su ojo izquierdo y Rosendo Reyes de unos 22 años con un balazo en su pierna izquierda. Por la gravedad de las heridas, ambos se trasladaron al hospital Atlántida de La Ceiba en una ambulancia de la Cruz Roja de Tocoa y fueron retenidos y maltratados de manera injustificada en la Posta Policial de Planes en el Municipio de Sonaguera por un grupo no menor de 15 policías preventivos y “cobras” que participaron en el tiroteo. Simultáneamente paso otra ambulancia, de un hospital privado, con dos policías heridos, a la dieron paso inmediatamente y a la vez ordenaron al conductor de la ambulancia de la cruz roja que condujera “despacio”, con una clara intención de demorar el viaje y provocar la muerte del campesino herido de gravedad. Posteriormente fueron perseguidos por una patrulla policía de Tocoa, en donde se conducían cuatro cobras, dos policías y un miembro de la Dirección General de Investigación Criminal, al llegar al Hospital Atlántida de la Ceiba ya se encontraba resguardado por más de 30 policías.

Por el momento fue trasladado hacia Tocoa el campesino Rosendo Reyes bajo la custodia de la policía de ese término, mientras que Antonio Estrada permanece en estado de gravedad en el Hospital de Ceiba con graves daños en su ojo izquierdo y cráneo. Acompañándolo se encuentran dos agentes de investigación y al menos tres policías que insisten en hacerle preguntas, le toman fotografías e incluso revisan sus heridas. Hasta el momento se está en espera de un familiar que acompañe al herido hacia el Hospital de San Pedro Sula hacia ha sido remitido por la gravedad de su estado de salud.

Además se desconoce el paradero de un niño de alrededor de 14 años, de nombre Samuel Fuentes, que acompaño en la ambulancia a los campesinos heridos, se presupone que la policía lo mantiene detenido en lugar desconocido.

Se teme que los campesinos heridos y el joven Samuel que los acompaña sean objeto de maltratos y de atentado contra sus vidas. Hacemos responsables al Coronel Peraza Comandante del decimo quinto Batallón de Infantería, al Comandante Elías Antonio Melgar Sub-comandante en el mismo batallón y contratado por los empresarios de la tierra para el manejo de la seguridad privada en donde ha empleado a miembros reservistas del ejército, al Comandante de la Policía departamental de Colón, al Jefe de la Posta de Planes y a los operadores de justicia regional que actúan en claro contubernio con los empresarios de la tierra.

Después del enfrentamiento las y los campesinos continuamos en las tierras y estamos dispuestos a defenderla.

“Por la Tierra por la tierra, estamos en pie de guerra”.

Movimiento Unificado Campesino del Aguan MUCA.
Tocoa, Colon, 27 de Enero del 2010.

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PATRIA MÍA,
VERTICAL
Y
LUMINOSA


Por Galel Cardenas Amador

Monólogo del presidente Manuel Zelaya Rosales
En su viaje a la República Dominicana.

Voy a partir,¡Adiós! La frágil nave,
deslizándose suave,
lanza a los cielos su estridente grito;
y el humo ennegrecido que respira,
en colosal espira
asciende a la región de lo infinito.”
Adiós a Honduras, JUAN RAMÓN MOLINA

I

Y ahora digo adiós, por un instante, mientras la frágil nave
Sobre el éter invencible y amplio
Me recibe con sus brazos azules y sus pompas de nieve
Que coronan la montaña erguida.

Parto hacia otros lares
Donde el aire
Es llama incandescente
Sueño que socava raíces
Al poder injusto y pendenciero.

La nave con sus alas de libérrimo vuelo
Cruza el vacío inescrutable en la nostalgia
Que trae en la entraña un dolor infinito
Un látigo en el sueño
Una ruina en la soledad.

Mi nave libertaria convertida en sol
De todos los silencios y todas las ternuras
Se despide por un momento
De esta tierra que Lempira anegó con sangre
En esta tierra donde Morazán sembró su vida
Como una espiga perenne y sin consuelo.

Tierra de poetas, cantos del destello
Y sus campanarios:
Medardo Mejía, mi poeta del alba
Que sangra aún en la garganta,
Mi Clementina Suárez, fulgor de un vino
Que se bebe en la ribera de la patria esplendente,
Alfonso Guillén Zelaya, ronco grito de la espuma
Que construye la veta de los sueños,
José Antonio Domínguez, tiempo de las aguas inmortales
Que riegan veredas temibles
Del ayer y del mañana como un todo sempiterno.

Mientras vuelo, respiro un aire perfecto
Fragante y condensado,
Entre tanto, fieras tremebundas y oligarcas
Devoran el pecho de la patria y su médula terráquea,
La fruta universal de la ternura,
Los pinos enhiestos que fulguran
Entre el plumaje de la pajarería insondable.

Allá se ve el mapa diminuto de los hombres y mujeres
Convertidos en aguas caudalosas
Sobre calles irritadas por las ondas
De la marcha que triunfa en cada esquina,
Sus robles colosales y encendidos
Devoran riberas que estallan de amor
Hacia la región donde las vasijas
Reúnen los sueños indestructibles y mágicos.

Hasta allá se ve la mano de Dios
Que nos bendice en la cuenca del silencio
Y de la patria que es roca inconmovible
Y es nido de águilas trémulas y firmes
Y es cúmulo de montañas desparramadas
Y es campo del horizonte verde
Y es copa de ríos encontrados que mueren
En el vértigo del océano.

Ah mi patria prodigiosa de rayos y de lunas
Ah mi tierra de primaveras francas
Ah mis flores, telares y azafranes
Desmadejados en el vértice del barro.

Me voy por un segundo sí así lo vemos
En el fuego derramado de la angustia.

Me voy llevando al pueblo en el pecho
Donde caben sus manos de niño triste,
Sus ojos de amor ineluctable,
Su fontana de dulces aguas que no mueren.

El pueblo cimbra con sus panderetas
Crispadas y luminosas en la esfera
Donde nacen los caminos transparentes.

En esta esfera del corazón que sufre,
Un gigante del tamaño de la patria
Es un arco de esperanza,
Es un delirio digno en el sendero
Es una voz resonante y profunda
Que no doblega la espiga de su viento.

En esta esfera del corazón que sufre
La historia es el camino de la tierra que canta
A sus mártires vencedores:
“El día en que su corazón se detuvo
Resucitó para vivir eternamente
En nuestros corazones
Y en nuestra lucha”.


II

Mi patria, alta hoguera,
Que aletea en sus caracoles salvajes,
Me pregunta si la amo de veras
A pesar de la túnica que envuelve
Su pobre campana de sangre estupefacta.

Me pregunta si ya olvidé el nácar sufriente
De sus hijos extendidos hacia el silencio
Donde nadie podrá tejer la hebra de la vida.

Mi patria que percibe el camino tempestuoso
En la torva vertiente de la rabia,
Me pregunta calcinada
Si el metal de sus huesos
Aún persiste en mi pecho profundo.

Y yo q uiero contestarle
En su rostro simultáneo
En la púrpura crecida de la ira.

La ciénaga donde caiga mi cuerpo
Será tierra reverberada e insomne
Desde donde el geiser de tórrido grito
Habrá de entumecer la infamia
La afrenta y su oprobio
La ofensa y su vilipendio
La herida y su muerte de escarnio
En la última voz de la frontera.

Patria, salgamos a cantar sobre las llamas,
Salgamos a sembrar el fruto del invierno,
Salgamos a vencer el hambre del costado,
Salgamos a barrer las casas
Donde el amor es camino de oropéndolas vibrantes,
Salgamos a vivir sobre el destino
Construido como el pan del sueño
Uno a uno en el horno de la espera.

Que en mi casa se alimenten los huérfanos,
Sueñen los combatientes crecidos
En la orilla de la multitud que inflama
Las banderas y sus amapolas volcánicas.

Que nada nos haga falta
Ni siquiera el cansancio de la pobreza
Que apetece agua y paz
En una geografía infinita y poderosa.

Aquí, mi pequeña y dulce alondra del viento
Que florece, quiero enterrar mi piel
Y mi voz rugosa pero limpia.

Quiero aspirar el aire que sopla
En los ramajes del bosque
Donde el pueblo es hoja y brisa,
Flor y vértice, árbol victorioso
Como un cereal desnudo y ávido,
Quiero ser el hueco del día
Y pájaro de la primavera combativa.
Raíz de la hierba congregada
E indomable,
Hoy y siempre.


III

No quiero que se olvide al gendarme
Y su fusil oscuro en la caverna,
Ni al general que mata con sonrisa de ortiga
En la sombra venenosa del silencio.

Tampoco debo silenciar mi voz
Frente al hijo del desierto
Que siembra su maldad de arena movediza
En la tienda ligera de su toldo
Y en la dentellada de su escama putrefacta.

A los abogados de torcidos decoros
Que fulguran como lobos iracundos
A los rabiosos que esconden la verdad
Como una arboladura de gusanos y excrementos,
A los frailes que reparten metalurgias
De auríferos tintineos,
No les prometo perdón u olvido
Eso sí, para ellos habrá siempre un espacio
En la silla judicial de las condenas
Allí donde el pueblo sea siempre océano inmarcesible
Ecuánime volcán enardecido
Justo viento libre,
Relámpago incendiario, equitativo.

Y digo adiós como el poeta
Nacido en el fondo azul de una montaña,
Sacudiendo la oscura cabellera
Víctima del brutal encono
Cautivo eso sí de todos los ensueños
Donde queda la tierra de mi ancestro
El hombre de la sierra
Caído en Congolón.

Adiós oh patria, piélago del océano
Que besa mis pobres vestigios recurrentes,
Habré de volver a ti
Como el águila de arcilla polícroma y vidente,
En el trueno que cabalga Morazán
En su batalla infinitamente vengadora,
Justa pero firme.

Porque de cierto habré de repetir
Por siempre:
No hay montaña infinita que contenga
Su gigantesco perfil de volcán
Que no se apaga,
Ni hay verdura de valles insondables
Que recojan su vid fecunda de amor por Centroamérica,
Patria mía y eterna,
Ni los ríos que riegan las fértiles llanuras
De la cintura de América,
Contienen la fuerza telúrica
De su cabalgata de Quijote americano,
Yo, Soñador de ti,
Me despido por un instante,
Oh patria mía, vertical y luminosa.

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